A veces todo lo que nos hace falta es un abrazo en el momento adecuado, que sin palabras nos digan “aquí estoy” y se diluyan así nuestros temores.
Puede que un abrazo no tenga la solución al problema que vivimos, o haga desaparecer lo que nos rodea, pero nos recompone las heridas, alivia nuestro sufrimiento y nos transmite que más allá de lo ocurrido, hay alguien que nos quiere y se preocupa por nosotros.
Por eso se dice que a veces un buen abrazo es la mejor medicina para muchos dolores, una sustancia que sin ser material alimenta nuestros sentidos y potencia nuestra fuerza, nuestra capacidad para hacerle frente a la vida.
Abrazar es una maravillosa forma de dar amor a los que nos rodean, es acariciar el alma de quien tenemos cerca. Cada abrazo alberga diferentes intenciones pero siempre lleva consigo el establecimiento de un lenguaje simbólico entre la persona que lo da y la que lo recibe.
Algunos de los beneficios que aportan los abrazos sanos y positivos
- Disminución del estrés.
- Sensación de seguridad y protección.
- Ayuda a nuestra autoestima.
- Transmisión de energía y fortaleza.
- Mejora de las relaciones interpersonales.
- Promueve la sensación de tranquilidad.
Un mensaje que todo el mundo percibe es el del afecto sano. El afecto que rompe las barreras. Pero lo importante no es sólo recibir abrazos, sino también darlos, y pedirlos si es necesario. Un abrazo silencioso vale más que 1000 palabras, vale perdonar y liberar dolores que nos aquejan el corazón.
Animáte a dar más abrazos, animáte a pedirlos cuando es necesario y animáte a disfrutarlos. En la vida real no se pronuncian frases de película ni se cruzan océanos para inmortalizar el momento de un abrazo. En la vida real nos comunicamos con cosas pequeñas que hacen que día a día obtengamos momentos Lo que los abrazos nos enseñan es a dejarnos libres y a ser capaces de sentir, a desarrollar nuestras emociones, a reírnos de las cosas simples, a saborear una carcajada escandalosa, a contemplar cómo caen nuestros párpados cuando un abrazo nos hace cerrar los ojos.
Nos encontramos en el próximo artículo
Mónica Dell Oro
Promotor de Cambio
Psicología social
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