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Emociones en tiempos de aislamiento social

En estos tiempos en los que el aislamiento social obligatorio nos mantiene en casa suelen aflorar un sinfín de emociones que no sabemos cómo manejar.

Si bien sabemos que la convivencia no es lo más fácil, en confinamiento podemos descubrir que lo más difícil es aprender a vivir con uno mismo.


El silencio, el aburrimiento, el exceso de exposición a la información, a las redes, el sedentarismo... o bien el bullicio de todos reunidos en casa, hace que se agoten las ideas y con el paso de los días nos volvemos más susceptibles, al punto de cambiar nuestro humor, comenzar a sufrir de ese encierro que nos confina.





Hay una cita de la saga de Harry Potter que me encanta: "La felicidad se puede encontrar hasta en los más oscuros momentos, si somos capaces de usar bien la luz".



En estos días tan complicados para todos, más de uno estará experimentando lo difícil que resulta gestionar de una manera adecuada las emociones ante tantos cambios trascendentales. Sin embargo, el hecho de que cueste, no resta importancia al hecho de que un buen control emocional es clave para superar esta etapa de la mejor manera posible.

Uno de los mayores expertos en control emocional es el estadounidense David Goleman, Doctor en Psicología Clínica por Harvard y autor de uno de los libros más famosos del mundo en este ámbito, Inteligencia Emocional, con el que popularizó el uso de este término hoy tan frecuente. (en la biblioteca pública de Arrecifes podemos solicitar el libro o descargarlo por internet)

Goleman define inteligencia emocional como la habilidad que tiene una persona para percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones. Y subraya un aspecto fundamental: el primer paso para poder controlar nuestras emociones es saber ponerles nombre. Por eso es importante el autoconocimiento, es decir, que sepamos distinguir qué tipo de emociones nos afectan en determinadas circunstancias y cuáles son los impulsores que provocan que a veces se nos desborden.



Una buena forma es intentar tomar distancia de la situación. Y repetimos, no es nada fácil en estas circunstancias, pero se puede intentar. Debido a las conductas aprendidas desde nuestra infancia, siempre nos fue más fácil "encontrar un culpable" que hacernos cargo de lo que verdaderamente nos pasa a nosotros "aquí dentro".


Por ejemplo, si en estos días en casa notamos que algo nos produce un especial enojo y estamos a punto de explotar de rabia, lo mejor es alejarse física y emocionalmente, realizando cualquier otra actividad dejando pasar unas horas e intentar analizar sincerándonos con nosotros mismos, por qué sentimos una emoción tan desmedida.

Generalmente el "enojo" de aquello que hace o dice el otro, tiene más que ver con algo que me pasó mucho tiempo atrás, o quizás hasta lo vi hacer por mis padres y lo naturalicé como normal. En los tiempos que vivimos naturalizamos la violencia verbal, las agresiones y la verborragia como algo de todos los días, cosa que no lo es, e irónicamnete terminan haciendonos sangrar por una vieja herida...la vida entera.

Un recurso que nos puede ser de gran utilidad es intentar visualizar el problema, tratando de imaginarnos a nosotros mismos en esa situación pero como si lo mirásemos a través de una mirilla, como cuando eramos chicos. Al mismo tiempo hay que intentar mantener la calma, por ejemplo, relajándonos a través de una respiración profunda. O dejando la mente en blanco, una técnica muy efectiva que se suele utilizar cuando se practica la meditación o el mindfulness, (siempre es buen momento para aprender).

Una vez hemos trabajado el autoconocimiento y hemos logrado identificar qué tipo de situaciones son las que impulsan nuestras emociones y nos hacen perder el control sobre ellas, es aconsejable iniciar el camino de la autorregulación.

Para lograrla, es importante tener presente varios aspectos. En primer lugar, en la medida de lo posible evitar aquellas situaciones que nos producen los conflictos: ¿existen alternativas? ¿Es posible cambiar alguna rutina o al revés, crear una nueva que nos ayude a encontrarnos mejor en la medida de lo posible? Y con la familia, ¿qué podemos cambiar en la relación que nos provoca el enfado o la rabia?

Como ocurre en la actualidad, a veces no es posible cambiar la situación, así que lo que tenemos que intentar si se puede es modificar nuestra manera de enfrentarnos a ella. En primer lugar, yendo preparados ante lo que se avecina y teniendo trabajada una respuesta que nos permita controlar la emoción. Si ya sé que determinada circunstancia me produce miedo, asco, enfado o desazón, tengo que intentar contrarrestar esto con pensamientos positivos y frases que me ayuden a calmar mis pensamientos.

Aprendamos que ante situaciones que se repiten, si siempre reaccionamos de la misma manera, jamás saldremos del laberinto. Probemos distintas respuestas o soluciones, hasta encontrar el mejor camino de salida. Y un buen día nos daremos cuenta que ese conflicto ha desaparecido. "TODO sucede en nuestro interior"


Si nuestras emociones se desbordan para bien o para mal con otra persona, es importante intentar contar hasta diez y no tener ninguna reacción hasta que tengamos control sobre nuestro físico, bien sea mediante la respiración o el alejamiento. También son útiles otras técnicas, como tomar la iniciativa antes de esperar nuestra reacción, utilizar el humor como recurso y practicar de manera frecuente la liberación de pensamientos, bien sea mediante la escritura o el diálogo son buenas formas de dar rienda suelta a lo que sentimos de una forma ordenada.


Probemos. Bien vale la pena!
Hasta el próximo artículo 😉







                                                                                                                            Por: Mónica Dell"Oro
Psicologa Social
Escuela de Pichon Riviere, 
Buenos Aires - Argentina.



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