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Compulsión!



Atracones, compras desmedidas, volverse a revisar la puerta aunque la haya cerrado. . . rituales repetitivos, ansiedad por ver con un determinado orden. Conductas que generan una gran ansiedad y estrés.

Seguramente muchos vieron la comedia TOC-TOC, y si no la viste, te la recomiendo. Más allá de la alocada trama que transcurre en la sala de espera de un consultorio médico, podemos observar conductas que producen en cada persona mucho sufrimiento. 




Conductas que están directamente relacionadas con el miedo. Muchas veces el miedo nos empuja a revisar varias veces una misma llave de gas, o salir a comprar algo y volvemos con una cantidad enorme de cosas que no necesitamos o también a comer a cada rato para saciar nuestro estado de ansiedad, (estoy aburrida).

 
Tal y como conversamos en artículos anteriores, generalmente los mayores miedos que tenemos no se terminan cumpliendo, vivimos preocupadas y ansiosas por un futuro incierto que nos impide vivir el aquí y ahora.


El encierro y la pandemia han potenciado mucho esos miedos y actitudes en las personas. Por eso hemos visto ataques y amenazas a trabajadores de la salud o a personas que estuvieron en contacto con el COVID-19, como si fueran delincuentes o asesinos, también hacer compras desmedidas y acumular, etc.



El miedo y la ansiedad se han potenciado enormemente en esta larga cuarentena. Personas que viven escuchando toda la información actualizada, todo el tiempo; que ya no pueden relajarse porque el excesivo encierro hasta nos ha traído problemas de convivencia.



Estos trastornos también nos empujan a saciarnos comiendo, limpiando excesivamente, incluso a deprimirnos o hasta nos ponemos ritualistas. No por esto estamos enfermos.


Se me acabaron las ideas . .


Hay quienes han buscado desde un hobbie, hasta aprender algo nuevo. . . cualquier cosa que ocupe nuestra mente hace que no tengamos pensamientos nocivos y recurrentes.

Pintar mandalas, hacer artesanías, jardinería, leer, sacar los viejos juegos de mesa para compartir en familia, cantar, jugar o compartir trabajos. Todas estas actividades ayudan a que nuestra cabeza no genere pensamientos recurrentes que nos puedan enfermar.


Personas que viven solas.


Sin importar su edad, constituyen la franja de riesgo. ¿por qué? Porque solos hacemos lo que nadie ve.

Entonces . . .


En este tiempo, que nos ha cambiado la forma de vida radicalmente, es más que importante que aprendamos a ser empáticos y no obsesionarnos con “lo que a mí me está pasando”.

Compartir con mi entorno lo que siento ante determinadas situaciones, hacer una videollamada a ese familiar o amigo que está solo a la hora del mate, o cenar por videollamada, son pequeños grandes actos que pueden ayudar a quien está sufriendo cualquier consecuencia que este encierro le produzca.



Conversar sobre lo que sentimos nos ayuda a liberarnos y aprender a escuchar sin juzgar al otro nos convierte en mejores amigos, hijos, padres o vecinos.

Aún con la tecnología, podemos mirar a los ojos y comunicarnos. Hoy los abrazos son virtuales, pero la escucha y la conversación pueden resultar sanadoras.

Nos vemos en el próximo artículo 😉.






Mónica Dell"Oro
Promotor de cambio social
Psicólogía social

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