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Me siento culpable por todo y no se que hacer!



“Me da no se que”, “Este es mi castigo” “No me lo merezco””No puedo disfrutar mientras otros sufren” “me compré una campera que me encantaba, gasté unos pesos de más y ahora no la puedo disfrutar”. “Necesito salir un poco más con mis amigas, pero me siento mal si dejo a mis hijos al cuidado de otros” “No puedo tirar comida cuando otros pasan hambre”

Las mujeres generalmente hemos crecido más propensas a sentirnos culpables con y sin razón. La carga de responsabilidades, frustración de los padres muchas veces volcada a los hijos enseñándoles a buscar culpables de distintas situaciones en lugar de fomentar la responsabilidad; o peor aún culpando siempre a los hijos de sus enojos o problemas, son algunas de las causas por las que llevamos la carga de la culpa por toda una vida.



Sentimos angustia de estar haciendo algo malo o de no estar haciendo lo que deberíamos hacer; ese sentimiento que asoma, vuelve y puede convertirse en una mochila muy pesada. 

Es ahí donde debemos empezar a cuestionar y tomar cartas en el asunto, (después de todo se trata de mi propia vida) . . .  ¿De dónde viene esa culpa? ¿Por qué nos sentimos culpables y qué podemos hacer para aliviarlo? ¿Qué hay de cierto en la idea de que las mujeres somos más culposas que los varones?



El primer paso para librarte de la culpa es aceptar y comprender tus emociones y, sobre todo, no reprimirlas.

La culpa protege mis emociones

La culpa es una emoción que nos hace sentir realmente mal. Cuando sabemos que hemos dicho algo inapropiado y podemos pedir disculpas para restaurar cualquier tipo de relación, podemos considerar a ésta emoción como un indicador sano; pero cuando me siento culpable por los demás sin haber causado agravios . . es hora de preguntarme ¿qué me está pasando que me siento así?


Me doy permiso a disfrutar


Si nos remontamos en el tiempo, en la generación de nuestras madres y abuelas era muy común encontrar a mujeres sufridas, que no se permitían sentir placer, o salir y disfrutar porque tenían que atender a su familia.

“En aquellas épocas en las que a las mujeres se les inculcaba tan fuertemente el mandato de ser serviciales, sumisas y aceptar el trato que fuere, cualquier situación que llevara al sentimiento de placer generaba culpa porque las distraía de su mayor cometido en la vida: servir a los demás. Felizmente, algo está cambiando y hoy las mujeres ganamos una mayor autonomía y el derecho a disfrutar, más allá de las obligaciones matrimoniales y domésticas.

Librarme de la angustia


Es importante aprender a trabajar con la culpa para liberarnos de la angustia que nos produce, revisando lo que hemos hecho, pero sin castigarnos: “Hay personas que tienden a generarse culpas por los condicionamientos socioculturales, como si la culpa fuera parte del bien. 

Desde ciertas miradas, muchas veces se malentiende la espiritualidad y hay que sentir culpa por tener éxito, felicidad, talentos o bienes materiales, y, desde ese lugar, la persona puede hasta autosabotear lo que tiene o le pasa. "No se siente con derecho a disfrutar"


¿Qué hacer ante ésto que siento?


Un buen desafío es convertir la culpa en…

  •  Una señal que sirve para cuestionarnos por qué hacemos lo que estamos haciendo y para entender cuál es la conducta por la que sentimos culpa.
  •  Un momento de reflexión para ver cómo surgió la culpa, sin entrar a desvalorización ni hundirnos en la crítica y el sufrimiento.
  • Una oportunidad para reparar el daño causado o para pedir perdón a las personas afectadas por nuestra conducta.


Elsa Punset, en su Libro de las pequeñas revoluciones, nos enseña 250  rutinas que nos pueden ayudar. Hoy te voy a compartir 3 que me parecieron muy prácticas a la hora de trabajar con la culpa:

1. Escribir una carta

Ejercicio: escribe en una carta qué es todo lo que te preocupa, con pelos y señales. Cuando la tengas hecha, habrás dado un lugar a tus emociones negativas donde puedan habitar, fuera de tu mente y de tu cuerpo.


2. Aceptar
A veces, darle vueltas a las cosas sin parar es el resultado de no aceptar la realidad. Aprender a aceptar puede ser una forma poderosa de enfrentarte a las situaciones difíciles.


3. La caja de las expectativas

Hemos escuchado más de una vez que la falta de expectativas es una de las enfermedades de nuestro tiempo.

Dibuja una caja y escribe dentro las expectativas que te están haciendo daño. Con el tiempo vas a descubrir que las expectativas cambian junto con nuestra propia evolución y habrás aprendido a desarrollar nuevos deseos y emociones.


Como podemos ver, la culpa como cualquier emoción es un indicador de cómo percibimos el mundo que nos rodea. Desarrollar nuestra inteligencia emocional es literalmente utilizar mi sistema de emociones como caja de herramientas para mejorar mi calidad de vida.



Te invito a probar . . .

Nos vemos en el próximo artículo😉.






Mónica Dell"Oro
Promotor de cambio social
Psicología Social

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