Esta es la historia de otra guerrera: Martha, quien venció al cáncer hace casi 30 años, como todas nuestras guerreras tuvo sus batallas y aquí nos relata su historia de vida en primera persona.
Martha Ormachea, vive en el partido de Merlo, gran Buenos Aires.
Mi nombre es Martha Ormachea y les cuento mi historia de vida. En el año 91 descubrimos un diagnóstico en mi cuerpo de cáncer de útero, justo en paralelo se había operado mi padre del corazón y ahí se le declara HIV a mi hermano que muere en diciembre del mismo año.
Con todos estos eventos, yo no me hago tratar enseguida porque tenía mi nena chiquita y los varones. De pronto empecé a perder peso, tenía hemorragias muy grandes, hasta que me diagnosticaron cáncer. Sentí que de que se me venía mundo abajo, pero hoy veo que uno le tiene miedo a la palabra cáncer, La sola palabra a uno lo paraliza, lo deja sin respuesta. Tenemos implantada la creencia del fin del mundo y no es así.
Con todos estos eventos, yo no me hago tratar enseguida porque tenía mi nena chiquita y los varones. De pronto empecé a perder peso, tenía hemorragias muy grandes, hasta que me diagnosticaron cáncer. Sentí que de que se me venía mundo abajo, pero hoy veo que uno le tiene miedo a la palabra cáncer, La sola palabra a uno lo paraliza, lo deja sin respuesta. Tenemos implantada la creencia del fin del mundo y no es así.
En el año 91 me operan por primera vez, me vaciaron. Pasé mucho tiempo aprendiendo a aceptarlo, para mí era todo muy difícil, porque tenía mis hijos chicos y no tenía quien se hiciera cargo de ellos.
Hasta que me enfermé, un buen día el padre de mi hija, me encuentra desmayada por las hemorragias, estaba muy flaquita, me llevó al hospital Eva Perón, (Pdo de Merlo), el doctor Di Stéfano muy conocido en Merlo y muy buen médico se ocupó de mi caso.
Hasta que me enfermé, un buen día el padre de mi hija, me encuentra desmayada por las hemorragias, estaba muy flaquita, me llevó al hospital Eva Perón, (Pdo de Merlo), el doctor Di Stéfano muy conocido en Merlo y muy buen médico se ocupó de mi caso.
Me atendió durante muchos años, cuando me operaron me ayudó mucho hasta superar todo. No hablaba mucho, él decía que uno se enferma cuando la cabeza se enferma. Después me hizo trasladar al hospital de clínicas, donde estuve internada mucho tiempo. Antes las quimios no eran como ahora en el hospital y me costó muchísimo adaptarme a tener una cirugía, hice un paro cardiorespiratorio, estaba intubada y con sondas... empezar de nuevo con cada tratamiento, vomitaba mucho, mi nena chiquita, era una etapa bastante dolorosa, estar sola con mis hijos y con el tiempo tuve problemas con los psicofármacos porque me había agarrado una adicción a ellos.
No me podía ni parar, mi pareja que falleció, me ponía pañales y me cuidaba. Se me había caído todo el pelo, temblaba como una hoja, todo el tiempo estaba en estado febril, inevitablemente lloraba mucho porque sentía mucha impotencia con esa situación de la vida…observar a mi niña pequeña acariciándome con sus manitos...mi impotencia no tenía límites….
No me avergüenza contar que pensé en rendirme, no quería ver más médicos, no quería más sufrimiento en mi cuerpo ni en los ojos de mis hijos...en ese momento solo Dios me sacó de ese hoyo...las palabras de aliento de mi hijo,(privado de libertad), la fe de mi pareja, los amigos y su compañía fueron el bálsamo que me sostuvo. Son cosas que a veces uno no quiere hablar….tenía a mi hijo privado de la libertad, mi pareja fue un gran apoyo todo ese tiempo, él me acompañaba, me bañaba porque mis fuerzas se habían ido...
No me avergüenza contar que pensé en rendirme, no quería ver más médicos, no quería más sufrimiento en mi cuerpo ni en los ojos de mis hijos...en ese momento solo Dios me sacó de ese hoyo...las palabras de aliento de mi hijo,(privado de libertad), la fe de mi pareja, los amigos y su compañía fueron el bálsamo que me sostuvo. Son cosas que a veces uno no quiere hablar….tenía a mi hijo privado de la libertad, mi pareja fue un gran apoyo todo ese tiempo, él me acompañaba, me bañaba porque mis fuerzas se habían ido...
Con el tiempo comencé a mejorar, con tanto trajín se despertó un problema de tiroides que me hizo engordar….pero en fín...Nadie nació con el libro de instrucciones para pasar por estas cosas. Me daba vergüenza decir que estaba enferma, me daba miedo la palabra cáncer. Hoy siento mucho respeto por quienes atraviesan este camino, sin dudas los entiendo.
En este camino aprendí sobre el valor de la fe y de aprender a creer en uno mismo. Sin importar la fe que cada uno profese, es el sostén más fuerte para un ser humano. Las palabras de aliento de tus hijos, son como una potente cadena que te sostiene amarrada a vivir.
Hubo personas que me ayudaron con mi familia, hasta que pude salir de todo. A Dios y a ellos mi eterno agradecimiento.
Nunca bajes los brazos!
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Como dijimos en otros artículos, detrás de cada puerta hay una historia diferente…
Nos vemos en el próximo artículo.
Grise Deleglise
Lazos de esperanza
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