Emilio. Nuestro Gladiador de la ciudad de Rojas nos continúa contando su superadora historia de vida.
Emilio tiene 27 años y un osteosarcoma le cambió la vida; pero su enfoque ante cómo ésta se presenta nos enseña a mirar nuestro mundo desde el lugar personal en que cada uno debe pararse.
Leer Gladiadores (parte 1) Aquí: https://mujeresenlaredarrecifes.blogspot.com/2020/07/gladiadores-porque-el-sueno-de-la-vida.html
Vamos a su historia. . . .
Luego de que se me practicó una última biopsia sobre este nuevo tumor, el 19 de Mayo de 2017 se me realiza la cirugía de amputación de mi pierna izquierda.
Aunque es una situación difícil, perder una parte de tu cuerpo, y saber que nada va a ser igual que antes; yo siempre lo tomé como la cura a esta enfermedad y lo único que quería era estar en mi casa y dejar de visitar quirófanos.
Cuando desperté de la operación, no pensé en que ya no tenía la pierna, pensé en que ya no tendría más ese tumor molesto.
Llegó el momento de tener mi pierna ortopédica, y antes del mes de la amputación, ya estaba en la Ortopedia Bernat tomándome las medidas. Y al mes ya tenía mi pierna.
Una vez más era volver a empezar, volver a levantarse y seguir insistiendo, con ganas de salir a vivir la vida, y aunque el tiempo no se recupera, en todos estos años no pude hacer las cosas que a mí me gustaban: ir a pescar, ir al campo, salir con mis amigos a disfrutar de un asado o charlar mate de por medio; poder disfrutar momentos con mi familia sin tener que pensar en hospitales, o peor aún en cirugías o tratamientos.
Obviamente, sigo con los controles y con los cuidados de salud necesarios, no sólo los de un paciente oncológico, sino también los de un paciente amputado.
Pero cuando todo ya parecía ir encaminado, y pensé que me había librado de los quirófanos, en un control que me realicé en el mes de Junio de 2019, se me encuentran dos nódulos alojados en el pulmón derecho, los cuales habían cambiado de forma y de tamaño.
La oncóloga me deriva a un especialista en Tórax, el doctor David Eduardo Smith, quien luego de ver los estudios, me indica que lo apropiado era realizar una cirugía, extraer los nódulos y ver qué resultados arrojaban. Finalmente en Julio de 2019, me realizan la cirugía, y los nódulos pertenecían al tipo de tumor que me originó todo, un Osteosarcoma.
Se decidió seguir con los controles propios que demandan esta enfermedad oncológica.
Hoy en día, me encuentro trabajando, descubrí como hobby la carpintería, en la semana hago Kinesiología y practico Boxeo como entrenamiento.
Obviamente, sigo con los controles y con los cuidados de salud necesarios, no sólo los de un paciente oncológico, sino también los de un paciente amputado.
Pero cuando todo ya parecía ir encaminado, y pensé que me había librado de los quirófanos, en un control que me realicé en el mes de Junio de 2019, se me encuentran dos nódulos alojados en el pulmón derecho, los cuales habían cambiado de forma y de tamaño.
La oncóloga me deriva a un especialista en Tórax, el doctor David Eduardo Smith, quien luego de ver los estudios, me indica que lo apropiado era realizar una cirugía, extraer los nódulos y ver qué resultados arrojaban. Finalmente en Julio de 2019, me realizan la cirugía, y los nódulos pertenecían al tipo de tumor que me originó todo, un Osteosarcoma.
Se decidió seguir con los controles propios que demandan esta enfermedad oncológica.
Hoy en día, me encuentro trabajando, descubrí como hobby la carpintería, en la semana hago Kinesiología y practico Boxeo como entrenamiento.
Es una situación difícil, pero no tengo dudas que es mucho más llevadera si uno encara el día a día con ganas de salir adelante y de vencer. También sería muy necio de mi parte negar que hay días malos o momentos en que uno siente que todo parece interminable. Es en esos días donde hay que ser más fuerte y apegarse a los que los rodean.
Afortunadamente yo conté con el apoyo de mi familia, de mis amigos, del apoyo incondicional de todo el grupo de Señoras de APEC (LALCEC Rojas), de quien era mi novia en ese momento, de gente que conocía y se acercó con una palabra o con algún gesto de esos que te llenan el alma y te motivan a seguir y no bajar los brazos.
Siempre que cuento mi experiencia, termino coincidiendo en que todo esto vivido me ha hecho crecer mucho a nivel personal, espiritual y social.
Antes de que me detectaran el tumor, llevaba una vida muy rutinaria, trabajaba en el campo con mi familia, estaba cursando mis estudios universitarios, y por la edad muchas cosas lindas e importantes de la vida las pasaba de largo.
Cuando salí del Hospital aquel 31 de diciembre de 2015, al finalizar las quimioterapias, me propuse sin saber todo lo que se vendría después; que eso que había vivido debía dejarme algo más que cicatrices. Algo positivo debía sacar de esta situación.
Empecé a valorar lo simple y lo que te hace bien, lo natural. Los momentos en familia y con amigos, y también los momentos donde uno necesita estar solo, porque a veces es necesario parar la pelota, mirar a nuestro alrededor, ver de dónde venimos, lo que atravesamos y a dónde queremos ir.
Me encuentro realizando cosas que antes quizás no hacía por miedos tontos, y la única verdad es que todo está en la mente, los límites se los pone uno mismo. Y después de haber vivido todo esto entendí que no existe miedo capaz de bloquear mis sueños.
Aprendí también, gracias a toda esa gente que se acercó a alentarme o a ayudarme de alguna manera, a que lo mínimo que uno puede hacer por alguien que está cursando una enfermedad, es acercarse siempre y cuando esa persona se lo permita, y poder brindarle unas palabras, tu tiempo, un gesto u otra ayuda que sea necesaria. Quizás mucha gente no lo hace porque cree que eso no ayudará, que no tendrá impacto en el paciente, porque con eso no vamos a curarle la enfermedad; porque para eso están los médicos, pero es algo que realmente tiene mucha importancia; es una fuente de motivación muy grande.
Con respecto a mi amputación, y al estar de este lado ahora, es decir al ser una persona con discapacidad, aprendí a reconocer errores que cometía cuando me relacionaba con alguna persona con discapacidad. Cómo evitar mirar mucho por miedo a hacer sentir incómodo a la persona, o evitar preguntar cómo se sentía.
Por mi parte me siento incluido en todos los ámbitos en donde me manejo, en el trabajo, en los gimnasios, en los lugares de esparcimiento, etc. Principalmente porque me acepto yo desde el primer día, y también porque estoy rodeado de gente que no sólo me incluye, sino que también se preocupa y están dispuestos a ayudarme si es necesario.
Pero sé que hay mucha gente que no tiene esa suerte, hay gente que increíblemente sigue sufriendo discriminación por solo ser una persona con discapacidad.
Es importante que como sociedad todos tomemos conciencia sobre cómo tratarnos y sobre cómo relacionarse con una persona que tiene cualquier tipo de discapacidad.
La vida es muy impredecible, yo pasé de jugar un partido de fútbol con mis amigos, a vivir 3 años visitando doctores, afrontando un tratamiento, varias cirugías para finalizar con una amputación. Y la verdad es que no fue fácil para nadie. Uno no está preparado para afrontar algo así, ni a los 21, ni a los 60 años; porque uno piensa que nunca le va a pasar, y está bien que uno no piense en que le va a tocar, de lo contrario viviría preocupado. Pero cuando te toca, uno se pregunta ¿Por qué a mí?; y quizás la pregunta deba ser ¿Por qué no a mí?
Los primeros días me costaron mucho, y sabía que debía mantenerme fuerte y con la cabeza lo más fría posible. Pasé por varias etapas, la etapa de las preguntas y el enojo, buscaba desahogarme de a ratos solo y otras veces con la contención de los que me rodeaban. Luego empecé a darme cuenta que era mi turno de empezar a jugar este partido, y para eso debía buscar la forma de entender que no había otra realidad que la que estaba viviendo.
Sí, tenía un tumor y debía hacer algo con eso, y lo mínimo que podía hacer, o mejor dicho lo único que podía hacer era vivir esta etapa con todas las energías posibles, buscando motivación constantemente, apoyarme en mi gente. Encarando los días con una sonrisa aunque sabía que iban a ser días duros; pero sabía también que si yo era capaz de hacer todo eso, no sólo que los días iban a ser más fáciles o menos crueles tanto para mí como para mi familia, sino que también quizás así pueda ayudar al tratamiento a que sea más efectivo y a que los doctores puedan sentir que confiaba plenamente en ellos.
Y así fue como luego de que mi cabeza hiciera el clic necesario para poder afrontar esto, empecé a comprender que era una situación que la vida me planteaba y que debía afrontarla, y aunque no sabía cómo iba a terminar, no podía permitirme tener días malos, estaba convencido de que pase lo que pase, esa era la forma en la que debía encarar esta situación.
Entiendo que todas las personas somos distintas, que todos los tipos de cáncer son distintos, que a veces depende mucho de cuando te lo detecten o de dónde uno pueda atenderse.
Yo solo quiero compartirles mi historia, y si estoy convencido en que en todos los aspectos de la vida, no sólo en la enfermedad, uno siempre debe dar lo mejor de sí y ser positivo. De esa manera cuando uno está mal, se permite soñar, y los sueños son una motivación. Esa motivación hará que uno no baje los brazos.
Mi deseo siempre al contar mi historia, y lejos de considerarme un ejemplo, es que cuando alguien me escucha o cuando alguien lea estas líneas, es que se lleve la idea de que se puede, que no es un camino para nada fácil, pero que se puede. Creo yo, que lo mínimo que puedo hacer como agradecimiento al poder contar mi historia, y también una forma de devolver tanto cariño que recibí en esta etapa, es intentar ayudar desde donde uno pueda a alguien que está pasando por una enfermedad.
Sería muy egoísta de mi parte, luego de haber vivido esto y de poder superarlo, dejarlo atrás sin buscarle algo positivo. Hay mucha gente que lamentablemente lucha y no tiene la suerte de superarlo y es por esas personas que uno debe hacerlo también.
Es algo que aprendí desde uno de los primeros días en el Hospital, recuerdo las palabras de un niño de 6 años que también venció un Osteosarcoma; yo era un manojo de nervios, estaba por comenzar mi tratamiento y este niño me dijo unas palabras tan tiernas como inocentes: “No tengas miedo, lo más feo de todo es cuando te levantas y te queda el pelo en la almohada, pero después te acostumbras; el pelo te crece de nuevo”. Inmediatamente los nervios pasaron a ser emoción. Y supe desde ese día, que debía ser como ese niño.
Ojalá, como dije anteriormente, mi historia ayude a alguien a creer que se puede y que luche día a día para vencer cualquier tipo de adversidad.
Deseo que todas las personas que cursan una enfermedad, puedan vencerla. Mientras tanto, disfruten de cada instante de la vida, porque la vida es tan hermosa como impredecible. Cada detalle, cada momento por más ínfimo que parezca, es mucho para alguien que por alguna razón ya no puede hacerlo.
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